Tengo ya varias cajas en el salón de mi casa llenas de libros, CDs y otros objetos; tengo otras cajas plegadas que pronto se abrirán para llenarse de más objetos, ropa, enseres personales... Tengo cajas en mi cabeza para ir separando y clasificando tareas, recuerdos, emociones... Bueno, éstas las suelo filtrar por la cabeza aunque a veces ni pasan por ahí, salen directamente desde el corazón por los ojos o la boca en forma de lágrimas o risas.
El próximo 18 de julio es mi último día en la empresa para la que trabajo desde hace 6 años. Esto no es sólo un corte profesional, también personal porque he tenido muchas vivencias y he adquirido gran experiencia tanto técnica como de gestión, y por supuesto vital.
Mi chica ya está preparando el piso en el que vamos a vivir en Granada: limpiando, ordenando, pintando, etc. Ambos afrontamos con ilusión este cambio tan importante y satisfactorio.
La mudanza promete ser cansada y calurosa, ajetreada y kilométrica, pero a primeros de agosto nos parecerá una minucia cuando la miremos al pasado desde el inicio de una nueva vida.
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