jueves, 17 de enero de 2008

Cabreo matutino

Creo que hay pocas cosas por las que merezca la pena enfadarse, probablemente ninguna, pero en mi caso una de ellas es la situación que he vivido esta mañana cuando venía en mi coche para la oficina, situación que denominaremos como atasco en sentido contrario.

Se produce cuando yendo en carretera te encuentras con un atasco y estás durante todo el tiempo que dura el mismo preguntándote a qué narices se debe. Pasan los minutos y pasan las curvas y no atisbas el final del atasco, sólo ves un par de carriles repletos de coches hasta que te lo permite la vista y la siguiente curva. Entre tanto piensas en que ya se te ha fastidiado el cálculo de tiempo que hiciste para llegar a la oficina en hora; oyes la radio (sí, la oyes, no la escuchas porque tienes la cabeza preparándose para el cabreo) y no sabes qué te apetece oír; miras el móvil y dudas si llamar o no a algún compañero para avisar de que llegarás tarde, pero no lo haces con la esperanza de que el atasco se disuelva en el próximo pestañeo; jugueteas con las luces del coche y la graduación de la altura de los faros; te miras al espejo para revisar que el peinado en su sitio; echas miradas al resto de conductores y a los que van en sentido contrario por si alguno te muestra un cartel que te informe de lo que va a durar el asunto...

Dicho lo cual no os vayáis a pensar que lo que me cabrea es el atasco en sí, porque eso ya lo he superado hace un par de años.

Lo que me cabrea es el morbo que hace de la raza humana a veces una raza tan repugnante.

A ver quién me da una razón sencilla que explique el motivo del atasco que he sufrido hoy: en sentido contrario a mi marcha había ocurrido un accidente y se encontraba atravesado en la carretera un coche volcado con las 4 ruedas mirando al cielo, así que en ese lado de la carretera había un atasco lógico porque estaban la policía y los bomberos y la ambulancia trabajando en el accidente. Y en mi lado de la carretera, o sea en sentido contrario al del accidente, estábamos en otro embotellamiento monumental porque el 90% de los vehículos que pasaban a la altura del accidente ralentizaban su marcha para intentar ver todo lo posible del accidente. A esto es lo que llamamos el atasco en sentido contrario. A los que se asomaban sólo les faltaba un hilillo de baba cayendo por la comisura de los labios y los ojos enrojecidos, en plan vampiro sediento de sangre.

Señoras, señores, esto es lo que provoca mi indignación y mis atronadoras voces dentro del coche maldiciendo la condición humana y el éxito de programas como Gente al descubrir el motivo del atasco. Por un lado reconozco que tampoco es para tanto, pero por otro lado estaréis de acuerdo conmigo en que estos atasco en sentido contrario pueden provocar nuevos accidentes debido a los arranques de cólera y pisotones al acelerador que puedan tener conductores alterados por estos absurdos problemas de tráfico.

Y desde aquí hago una llamada a los padres (presentes y futuros) y a las autoridades pertinentes. A los primeros para que eduquen a sus hijos en la comprensión y el respeto y en que no hagan del coche un objeto indispensable en sus vidas; a las segundas para que tomen las medidas oportunas para evitar situaciones como las del atasco en sentido contrario.

Conduzcan con cuidado.

Feliz año nuevo

Algo tarde pero aquí va mi deseo para que toda aquella persona que lea este blog tenga un año 2008 repleto de satisfacciones y que cada día aporte algo bonito a cada uno de nosotros.

Un abrazo.